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Justo antes del comienzo de la proyección de la nueva película de terror "El efecto Lázaro" a la que yo asistía, una mujer entró al cine con dos niños pequeños, quizás de 6 y 4 años como máximo. En circunstancias normales, una elección de crianza tan acertada llevaría a los niños a gritar y gritar en respuesta a todas las imágenes desagradables y los efectos de sonido a todo volumen que emanan de la pantalla. Sin embargo, no recuerdo haber escuchado ni un solo pío de ninguno de ellos en ningún momento durante la proyección a pesar de todas las atrocidades en pantalla. A partir de esto, puedo concluir una de dos cosas: o los niños de hoy están aún más hastiados de lo que se sospechaba anteriormente o, más probablemente, "El efecto Lázaro" es una excusa tan débil para una película de terror que ni siquiera puede levantarse de un un par de niños más allá de su hora de acostarse en una noche de escuela.

La película es otro riff en el viejo cuento de los científicos arrogantes que descubren el secreto para devolver la vida a los muertos y descubren para su asombro que no es todo lo que parece. Nuestros manipuladores en el dominio de Dios esta vez son Frank ( Mark Duplass ) y Zoe ( Olivia Wilde ), un par de investigadores de una universidad de California que están desarrollando un suero que podría ayudar a revivir a los muertos. Con su equipo, el as de la informática Niko (Donald Glover), el cerebrito drogadicto Clay ( Evan Peters ) y Ava ( Sarah Bolger), la linda recién llegada que existe únicamente para que los otros personajes puedan explicarle a ella (y a la audiencia) cosas detalladas que presumiblemente ya saben: logran revivir a un perro muerto. Inevitablemente, el perro no parece estar del todo bien después y un personaje comenta que podría terminar volviéndose Cujo con ellos, presumiblemente porque referirse al mucho más apto "Pet Sematary" podría haber parecido un poco exagerado para su comodidad.

A través de circunstancias demasiado idiotas para entrar aquí, una empresa de biotecnología se hace cargo de toda su investigación y quedan excluidos de su propio proyecto. En un esfuerzo por demostrar que este trabajo era suyo, se escabullen una noche en los laboratorios para replicar el experimento. Por desgracia, todo sale al azar y Zoe termina electrocutada. Recordando su promesa como científico loco de hacer daño primero, el afligido Frank decide electrocutarla con el suero y traerla de vuelta. Nuevamente, funciona, pero las cosas tampoco están del todo bien con ella, ya que comienza a utilizar el 100% de las funciones de su cerebro para desarrollar poderes extraños como la telequinesis, la capacidad de atraer a los demás a sus recuerdos de un trauma infantil apenas enterrado y el hábito. de saber exactamente lo que todos los demás están a punto de decir. Ahora atrapado dentro del laboratorio,

Si cree que la descripción anterior fue aburrida, trillada y predecible, intente leerla a medida que se desarrolla. Esta no es una película de terror real: este es el tipo de película de terror que los personajes de una película de terror real ven para comentar sobre la cojera del género antes de que comiencen sus auténticos terrores. El guión de Luke Dawson y Jeremy Slater es un pastiche de elementos copiados de otras películas que van desde "Frankenstein" hasta " Flatliners " y, por extraño que parezca, el éxito de acción del verano pasado " Lucy ".." (Para ser justos, esto último es más una coincidencia ya que la película aparentemente ha estado en un estante desde 2013). sacudida rápida; si bien estos pueden ser efectivos cuando se usan con moderación, la película procede a ejecutar la técnica en el suelo en los primeros 10 minutos y luego continúa con ella. Mientras tanto, el único impacto seguro en una película de este tipo, la parte donde algo que se creía sin vida yace debajo de una sábana y de repente se sienta, lo manejan tan mal que los únicos gritos son de frustración. Para colmo, todo está filmado en tal oscuridad que el mero hecho de mirarlo se vuelve una tarea que apenas vale la pena el esfuerzo.

Al salir de "El efecto Lázaro", la única pregunta que tenía es por qué tantas personas talentosas se apuntaron a un proyecto que, con toda razón, es el tipo de cosa generalmente hecha por completos desconocidos que luego tratan fervientemente de negar su existencia si se dan por vencidos. hasta hacerlo grande en algún momento en el futuro. De acuerdo, creo que puedo entender por qué Olivia Wilde podría haberlo hecho; después de todo, ella puede ladrar, babear, dormir cuatro pies por encima de las sábanas y decir la línea inmortal "¿Acabo de morir?" en lo que pudo haberle parecido un episodio excepcionalmente loco de "House". Sin embargo, eso no explica por qué talentos como Duplass, Glover y Bolger perderían su tiempo en papeles tan insignificantes. Incluso el director, David Gelb, tiene un pedigrí mejor de lo que cabría esperar: aunque este es su primer largometraje narrativo, causó sensación hace un par de años con el exitoso documental " Jiro Dreams of Sushi ". Incluso da un reconocimiento aparente a ese esfuerzo anterior en una escena en la que tiene a Wilde comiendo un plato de sushi. Por desgracia, los trozos de pescado en su plato están más cerca de demostrar signos reconocibles de vida que cualquier otra cosa que se exhiba aquí.